Se resolvió el suspense y finalmente saltaba al campo la alineación soñada, sin ningún treintañero. Por fin un Madrid joven e ilusionante, con 24,2 años de media en el once inicial (¿el segundo o tercero más joven de la Liga?). El juego comenzó con mejoría respecto a los últimos partidos, con una circulación más eficaz y más movilidad en los desmarques, si bien al equipo le faltaba una marcha. Sorprendía Arbeloa con sus subidas a banda cambiada y Lass se erigía en jefe del mediocampo. Arriba, Kaká, centrado y cerca de portería, estaba más entonado, si bien daba muestras de fatiga física desde muy pronto; es un jugador que sí debería beneficiarse de las rotaciones, más pronto que tarde. En cualquier caso el equipo generaba expectación, y se percibía que podía adelantarse en el marcador muy pronto. Así estábamos hasta que un pobre retrasado decidió que iba a ser la estrellita del partido.
En el lustro largo que llevo aquí habré hablado unas cinco veces de los árbitros, pero lo del tal Mateu Lahoz fue simplemente inaudito, sacando en el minuto 25 a Albiol una de las tarjetas rojas más ridículas que he visto en años. El balón llegaba por alto a la frontal del área, rebotando hacia atrás en el pecho de Soldado y quedando a unos dos metros de él, mientras el jugador caía por un forcejeo y un ligero agarrón del central blanco. ¿Falta? Posiblemente. ¿Amarilla? Siendo muy rigurosos. ¿Roja? Ni con dos botellas de whisky encima, pero no para el amigo Mateu. El arbitraje estaba siendo ya irritante, con un criterio totalmente errático en las faltas, excesivamente permisivo unas veces y lo contrario otras, además de unos jueces de línea con un muelle en el brazo. La FIFA ha dicho mil veces que ante la duda no se pite el fuera de juego; pues nada, estos tíos en cuanto les parece que el delantero está un milímetro adelantado, banderazo. Para eso están ahí, ¿no? Para abortar jugadas de ataque y hacer nuestras vidas un poco más grises.
Pero Mateu era el cretino mayor. Y ojo, no es que la falta le pareciera más grave de lo que fue porque la viera mal; es que eso es roja para él. Se trata de uno de estos jueces «originales», «valientes», como lo fueran el inefable Japón Sevilla (seis penaltis en un partido) o el infausto Rafa Guerrero. Y es que el pollo ya tiene ya fama por ahí, vean los comentarios que se realizaban en un foro sportinguista cuando ascendió a Primera: «este fijo que tiene amigos en el comite de arbitros o bien quieren meter mano dura en primera division a base de tarjetas tontas.»; «la parte positiva esk desciende Rodado pero ascender a Lahoz… no m jodas!!! pero no vieron los partidos k nos pitó este mangante? eso no es ni árbitro ni nada hombre!»; «El fútbol está podrido, como puede este pedazo de mierda llegar a primera, por dios..»; «como cojones puede ascender ese paleto llamado arbitro..? no deberian bajarle a 2ºb..?»; «¿¿¿¿¿¿Como puede ascender este zoquete??????» Y así. Felicidades, federación, tenemos en Primera uno de los peores árbritros de Europa. Qué importa distorsionar la competición, siempre que haya tíos jóvenes y «valientes» arbitrando, ¿verdad? ¿A la nevera? Que lo metan en nitrógeno líquido, hombre.
Fue un acontecimiento extraordinariamente irritante para todos, que obligaba a un reposicionamiento táctico: Arbeloa pasaba a la derecha, Ramos al centro y Marcelo se ocupaba de toda la banda izquierda. Pero además de esto hubo otro efecto inesperado: la inferioridad numérica supuso un tremendo acicate para nuestros jugadores, que pusieron no la marcha que les faltaba, sino un par más: mejor circulación y desmarques, mucho más brío y búsqueda del disparo con asiduidad. ¿Por qué no jugaron así desde el principio? Es la pregunta que tiene que hacerse Pellegrini y la que tiene que hacerle a los jugadores. Esa actitud en el juego aumenta enormemente las posibilidades de victoria. Así, con un par de ocasiones bastante claras, el equipo se iba al descanso cabreado pero esperanzado.
El míster dejó a los mismos once para la reanudación con buen criterio. El Getafe estaba haciendo un partido bastante aceptable, moviendo la bola sin complejos y presionando bien en defensa. Aunque eran inferiores, nadie podía garantizar que Pedro León o Soldado no fueran a cazar alguna. Pajero estuvo más bien desdibujado. Aproximadamente al cuarto de hora llegaba la liberación: en una de sus galopadas por la banda Marcelo mandaba un centro maravilloso a Higuaín, este controlaba con el pecho, la dejaba en el suelo durante una centésima de suspense y disparaba inapelablemente para batir a Ustari. Puede ser el gol más importante del madridismo en el último lustro, y no exagero. Higuaín nunca será un ortodoxo, sus movimientos son extraños y no muy bonitos, pero es rápido, muy inteligente y casi siempre eficacísimo. Mirad las repeticiones y ved cómo después de mandar la pelota al suelo gira la cabeza hacia la portería durante un brevísimo instante, haciéndose una composición de lugar, para luego rematar sabiendo que marcará. Detalle de crack.
https://youtu.be/h0SE98l851k
El Madrid siguió en la misma línea, pero más liberado por la alegría de la ventaja. Lassane Diarrá estaba cada vez más imperial. Es un jugador que tiene una pequeña corriente de aficionados en contra, que alegan más o menos que «es demasiado vistoso, se le ve demasiado», o que es un efectista, vaya. Y es que ya se sabe que los centrocampistas no tienen que destacar ni hacer cosas bonitas, sino ser discretos, esforzados y jugar mucho sin balón. Cuanto más te gusten estos jugadores, más entiendes de fútbol. Benzemá no marcó pero tuvo una actuación más que aceptable, combinando bien con sus compañeros, rematando varias veces con peligro e inquietando siempre a los defensas con su velocidad; el acierto goleador es cuestión de tiempo. En el segundo gol la pelota le llegaba al francés, en posición adelantada, quien vio a Higuaín subiendo por la derecha y le envió un pase muy preciso. El argentino realizaba una extraordinaria carrera y definía con maestría cruzando el balón. Gran combinación y 2-0.
Con lo más difícil hecho, quedaba asegurar el resultado. El primer cambio fue Benzemá por Gago. Si bien entiendo la lógica táctica, creo sinceramente que debería haber salido Kaká, quien está fundido y al que hay que liberar de todos los minutos posibles. El 5 fue tan insulso como siempre, timorato e intrascendente, renunciando a cualquier pase mínimamente difícil aunque eso supusiera perder la pelota. Le veo poquísima progresión y debería ser traspasado a final de temporada. Poco después saldría Higuaín, privándole de la posibilidad de hacer un hat-trick, sustituido por Captain Baúl. Es un cambio político, tiene que serlo, abonando el terreno para la suplencia del Mito en Milán. Hubo algunos silbidos de un sector del Bernabéu que va saliendo del armario, y en el bar yo tenía a mi lado a unos antiirraulistas cachondos; las tornas están por fin cambiando. El Captain estuvo un poco más patético que de costumbre, marcando más de lo normal la zancada en sus pollo-carreras, como diciendo al público «¡mirad cómo me esfuerzo!». Por supuesto, no robó un solo balón en todo el tiempo que estuvo en el campo. Hizo, eso sí, una especie de caño artítrico, que el defensa anuló simplemente dejándolo atrás en dos zancadas. Por último entró Van der Vaart por Kaká. A diferencia de Gago, el holandés volvió a demostrar que siempre aporta cosas, y que ha de ser un miembro de pleno derecho de la plantilla, tanto en Liga como en Champions.
Con algún susto y alguna buena parada de Pajillas, el partido concluía con final feliz, que lo fue más un par de horas después: pese a jugar magníficamente, el Barsa veía castigada su maldad con un autogol en el último minuto, que recortaba su ventaja a tan sólo un punto. Se ha demostrado que este Madrid joven y rápido puede hacer buen fútbol y ganar incluso con tremendas injerencias arbitrales, pero esto ha sido sólo la primera parte de la regeneración: ahora es totalmente fundamental que Pellegrini refrende la apuesta y mantenga el equipo en Milán. Este once le ha respondido y ahora él debe devolverles la confianza, basando en ellos la estabilidad que tenemos que mantener hasta el final de la temporada. Estoy convencido de que con ellos se puede lograr un excelente resultado en San Siro. El Macarra titula que Higuaín salva a Pellegrini y tal; ellos en su línea de drama constante, técnicos en la cuerda floja, etc. Que se jodan, y la Colino también, son más insignificantes que pulgas. Me lo merezco (junto con el idiota de Ángel Torres) se marchaba a casa cariacontecido, pero bueno, al menos había jugado su retoño. Y tampoco es que esta vaya a ser la única derrota que sufrirá en Primera División. Al contrario, seguramente se va hartar.
– Real Madrid: 2 (Higuaín ambos)
– Burguer King: 0
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