Cambiando la percepción del poder

El futbolero detesta perder. Si la victoria es la gloria y la reafirmación, la derrota acarrea frustración y engendra dudas. «¿Estaremos haciendo bien las cosas?» Cada afición tiene una forma de digerir los fracasos. En Inglaterra parece que hay grupos de aficionados que van a hablar personalmente con el entrenador y le piden explicaciones. Si los malos resultados siguen, beben aún más en cada partido y así no les importa tanto. En Francia no les molestan las derrotas en exceso porque allí el fútbol no es un deporte de verdad (ultracompetitivo, quiero decir), excepto en Marsella y algún sitio más (el PSG por ejemplo se fundó en los 70). En Argentina, la cosa se suele saldar asaltando el campo, con graves disturbios y de vez en cuando con alguna muerte. En Alemania e Italia no sé cómo se lo toman, aunque creo que en este último país los entrenadores son tan tácticos que casi nadie pierde muchos partidos.

En España lo que se hace es echar al entrenador a mitad de temporada, una decisión que se justifica con tópicos como «es más fácil echar a uno que a 20», o «la cuerda siempre se rompe por la parte más débil», que es lo mismo que decir «lo echamos porque nos salió de los cojones». A veces el cambio surte el efecto deseado y el equipo endereza su trayectoria; otras veces siguen siendo igual de paquetes. Y también ocurre muy a menudo que el que llega como «salvador» a mitad de una temporada se convierte en «la parte más débil de la cuerda» ya entrada la siguiente (ver Paleti de los últimos años). Todo ello, como resulta obvio, denota una falta de seriedad bestial.

Pero en esta «forma latina» de entender la gestión de un club hay un efecto más pernicioso que la simple inestabilidad deportiva: los jugadores empiezan a creer que pueden echar a sus entrenadores, o lo que es lo mismo, los subordinados echan a su jefe; de locos. ¿Cuántas veces hemos oído la frase «los jugadores le están haciendo la cama a fulano»? En muchas de esas ocasiones, fulano acaba en la calle (caso Koeman, por ejemplo), no sin que antes el equipo viva una acusada decadencia deportiva, no sólo por lo que ya por sí iba mal, sino también por la actitud de unos jugadores intentando cargarse a su detestado jefe. La responsabilidad de estas situaciones surrealistas recae totalmente en las directivas. ¿Alguien se imagina un motín en el Manchester United? Sería ridículo, los jugadores saben perfectamente que Ferguson es casi parte del escudo, y que cualquier amago de rebelión llevará sus traseros al banquillo y posteriormente fuera del club, por muchos que se junten. En clubes como este, sí que se puede echar a 20 antes que a uno. Y no es un ejemplo aislado, sino que se repite en prácticamente cualquier equipo grande inglés.

En el caso del Madrid, la incapacidad de blindar al entrenador ha tenido efectos devastadores: por un lado, ha sido imposible consolidar un estilo de juego y dar continuidad a la plantilla, y por otro se ha propiciado que los entrenadores trabajen totalmente bloqueados, conscientes de que no son la cabeza de la parcela deportiva, sino tan sólo una pieza -no la más importante-, sometida a la fortaleza de aquellos a los que en teoría deben dirigir; una situación absolutamente disfuncional. Un entrenador del Real no puede llegar y colocar a los «muñecos» según la parezca conveniente: «este aquí por que me da velocidad, este porque me da pase, este porque me da contención…» No, desgraciadamente intervienen parámetros muy distintos: «Este porque tiene veinte periodistas afines, este porque es el capo del vestuario, este porque es canterano y la gente lo pide, este porque hace muchos anuncios…»

Paradójicamente, el entrenador de un equipo mediano acaba teniendo mucho más control deportivo que uno de los nuestros. Y no se trata de que debamos o no adoptar el modelo de manager a inglés, sino de que la figura del entrenador sea absolutamente incuestionable durante la duración de su contrato. El momento de evaluar su idoneidad es ANTES de firmarlo, no después o por una serie de malos resultados. El lamentable fenómeno Raúl/Baúl sólo puede explicarse desde esta perspectiva: el entrenador toma decisiones condicionado por las consecuencias políticas que sus decisiones deportivas acarrean. Antes de venir al Madrid, van a la tele y hablan de la necesidad de renovar el equipo, pero cuando llegan aquí se pegan un indigesto atracón de realpolitik. Y vale que tenemos la peor prensa deportiva del mundo, pero la responsabilidad es exclusivamente de la cúpula directiva. A ver si creeis que a The Sun no le gustaría que los clubes punteros de la Premier cambiaran de entrenador cada semana. Lo que ocurre es que los Glazier, Gill y compañía no se limpian el culo con los tabloides simplemente porque estos son muy ásperos.

El Real Madrid necesita de forma urgente convertir a la figura del entrenador en casi intocable: un alto directivo que es sólo juzgado al final de cada campaña, y que no es sustituido sino bajo causas de fuerza mayor (y no, quedar segundos en Liga no entra en esa categoría). Los efectos benéficos son innumerables, exactamente los opuestos a mantener la actual situación: autoridad incuestionable y total libertad para realizar alineaciones, así como la desactivación de cualquier tipo de motín. Los jugadores entenderían que tales intentos serían siempre infructuosos, y que forzar malos resultados tan sólo les perjudicarría a ellos mismos; al Madrid no se le echan pulsos. Su única opción sería mejorar su rendimiento o irse, y este traspaso de poder de los jugadores al entrenador cercenaría la raíz del caudillismo (vive Dios que hace falta; lean los comentarios de esta noticia). Por supuesto, otro efecto maravilloso sería anular por completo la influencia de la prensa. Cuando hubiera conciencia de que el preparador seguiría pase lo que pase, el Asco y el Macarra tendrían tanta influencia sobre sus decisiones como el Sun o el Mirror sobre las alineaciones de Wenger.

Sin duda se trataría de un proceso lento, pero que adquiriría más credibilidad con cada nueva temporada de continuidad en el banquillo. A mí Pellegrini es un entrenador que no me gusta, lo he dicho varias veces, pero puedo ver los beneficios de dejarle cumplir su contrato hasta el final (que por cierto no es muy largo, dos años, creo). La estabilidad tiene efectos a largo plazo mucho más valiosos que los de una victoria puntual en esta o aquella competición. Cuando el Real Madrid se dé cuenta de esto tan obvio, transformando su modelo de forma permanente, habrá puesto las bases para una nueva grandeza.

Más cerca de la excelencia

Al final el Marca la cagó con su supuesta alineación, lo cual me congratula, porque ya está bien de ir radiando nuestros equipos al rival para que unos hijos de puta vendan dos periódicos más. Así pues, salimos con una banda izquierda formada por Marcelo y Drenthe como lateral e interior respectivamente, y uno se pregunta si no habrían rendido más al revés; pero ingenieros tiene la iglesia y tal. En el centro de la defensa apareció Garay para recordarnos que sigue en el equipo, a diferencia de Arbeloa, que ha desaparecido completamente de las alineaciones debido a lo bien que funcionan nuestros dos laterales (?).

El partido fue el horror absoluto, la cosa más aburrida que he visto en los últimos meses. El ritmo, moroso y lentísimo, como si los futbolistas pisaran en un pantano de mierda. ¿Qué fue del decálogo aquel de Ulises Sánchez Flower, el de «hacer como máximo dos toques», «ir a por el partido desde el minuto uno», «no especular nunca» y bla bla bla? Una cosa es predicar y otra dar trigo, claro. La actitud fue pésima, de gente acomodada y sin ningún tipo de ambición. Tengo que preguntarme cómo es posible que en pretemporada se avanzara un poquito en cada partido, que se vieran cosas nuevas, y que lo que tenemos ahora sea el Madrid de JuandeChúster. Dudo muchísimo que a alguien pueden ilusionarle estos tíos.

¿Notas positivas? Bufff… Que Kaká efectivamente juega mejor cerca del área, y que Van der Vaart sigue conservando un toque excelente pese a haber sido tratado como la mierda; enorme bocanada de aire fresco en un partido espesísimo, como lo habría sido un Robben, que andaba goleando en Alemania. Podemos también destacar que ellos no se acercaron mucho a nuestra portería, pero eso sí, Casillas dejó un balón cruzar libremente por encima de su zona, en una jugada que casi acaba en gol, y poco después tuvo una salida calamitosa que pudo acabar igual. Pero es el mejor del mundo, ¿eh?, que lo dicen en el programa de Anne Igartiburu. «Marrones» Ramos cada vez está más vulgar, y Granero fue casi intrascendente, si bien culminó una jugada muy bien trenzada que de haber sido gol le habría hecho el héroe del encuentro. En todo caso, individualizar es absurdo cuando falla absolutamente todo el funcionamiento colectivo. Y el problema no tiene por qué ser exclusivamente técnico: hay que entender que un entrenador tiene que ser el líder de un colectivo, un motivador, y que su carácter se refleja en el equipo que dirige. Así, este Madrid está impregnado del espíritu de su preparador, un hombre anodino por su excesiva querencia a contemporizar. No creo que ningún entrenador de nuestra historia triunfara sin dar un puñetero grito, sinceramente.

De Baúl no quiero hablar, porque me aburre muchísimo. Simplemente apuntar que produce vergüenza ajena verlo en un equipo de élite, y que si un grande europeo formara con un futbolista equivalente en su delantera, aquí estaríamos descojonándonos de ellos y haciendo todo tipo de bromas crueles. Bueno, hay que destacar que le hicieron una falta, cosa prácticamente inaudita. Por supuesto, a Preciado -tío tanto o más gris que Pellegrini-, el Mito le parece la hostia en bicicleta; que se lo lleve. Su Sporting, pues bueno, ahí estuvo, apañadete, pero aunque nominalmente compartamos división todos sabemos que no es así, y que es una vergüenza no haberles marcado ni un gol.

Creo que ningún aficionado razonable demanda resultados inmediatos a un equipo y entrenador nuevos, pero sí se exige la actitud adecuada e indicios graduales de progreso, así como ocasionales rachas de juego brillantes. En lugar de eso, el equipo es cada vez más previsible, desesperante y aburrido, y por ello las proclamas voluntariosas de que «estamos acercándonos a lo que queremos» resultan risibles. El hecho de llevarse a uno de nuestros peores canteranos para «reforzar» el equipo es síntoma palpable de la falta de audacia e imaginación del circunspecto y plomizo chileno.

En definitiva, primer empate a cero en muchísimo tiempo, nulidad goleadora que da idea de lo poco que genera el equipo. Mi recomendación para el madridista de bien es que rebaje al mínimo las expectativas para esta temporada y que vaya asumiendo que eso de la final en el Bernabéu es una quimera. Se intentó por la directiva, con dinero y habilidad negociadora, pero con un déficit en inteligencia y valor. Los días se acortan y arrecia el frío; parece que nuestro club nos dará pocas alegrías para pasar el invierno. Nada tendré que reprochar a los que decidan pasar una buena temporadita del equipo, porque aunque para muchos el Madrid es un vicio, otros encuentran que no les ofrece lo suficiente como para invertir el tiempo y la ilusión necesarios para seguirlo. Que nadie se extrañe de que otros clubes del mundo nos arrebaten seguidores año tras año.

– Sporting de Gijón: 0
– Real Madrid: 0

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Acuña Superstar

– «El Madrid ha metido a un canterano paraguayo en la convocatoria del partido contra el Sporting».

– «¿Para qué?»

– «Paraguayo».

Ustedes me perdonarán el chiste malo, pero viene muy a cuento del conejo que se ha sacado de la chistera Pellegrini para el viaje a Gijón. Higuaín y Benzemá tienen la mala suerte de ser jugadores rápidos y explosivos, de esos cuyos tobillos los defensas buscan ávidamente (tal fue el caso del francés el otro día, que jugó cojo casi todo el partido), o que incluso a veces se lesionan solos debido a la tensión sufrida por su musculatura. Aunque bueno, también puede que se lesionen «porque no se cuidan»… sí, probablemente sea eso. Otros se cuidan tantísimo que jamás, jamás se caen de una convocatoria; nada que ver con que los tacos de un defensa no hayan pasado a un metro de sus tobillos durante los últimos seis años.

Comoquiera que sea, tanto Benzemá como Higuaín están KO, lo que ha obligado a Pellegrini a completar la convocatoria con el chaval Acuña. Por decirlo claramente, me parece un gesto menos que simbólico; tendría que ocurrir una verdadera hecatombe para que el chico disfrutara de minutos. El de este Carlos Javier Acuña es uno de esos casos paranormales (¿para-anormales?) que se dan en el Castilla. Campeón Sudamericano sub-16 en el 2004, el chico llama la atención del Cádiz, que lo ficha por un millón de euros. Sin embargo en sus tres primeras temporadas juega tan sólo 23 partidos, y en la 2007/2008 sale cedido al Salamanca. Tras no hacer absolutamente nada reseñable en el club salmantino (un gol en 21 partidos), retorna al Cádiz, y la temporada pasada aparece el Madrid, que ficha al jugador en el mercado de invierno ya con la friolera de 20 años y medio. Su club lo deja ir por menos de la mitad de lo que les costó.

Ahora ruego a alguien que me explique la lógica de este fichaje, realizado durante los últimos coletazos de la era Mijatovic-Bucero: un presunto delantero que había marcado tres goles en cuatro temporadas, extracomunitario, pequeño (1,75) y viejísimo para el filial, destacando sólo por su capacidad de salto. Además, con fama de poca profesional y juerguista, según se cuenta en foros cadistas. Piensa muy mal y acertarás. Mi hipótesis: 400.000 de traspaso oficial y otros 50.000 «perdidos» en cada lado de la operación. Paga el Madrid. ¿Y por qué este muchacho, que ha anotado 7 goles en los 21 partidos que ha disputado con el filial, entra repentinamente en la convocatoria de todo un Real Madrid? Creo que Menéndez, entrenador del Castilla, está agobiadísimo por la situación clasificatoria del equipo (una sola victoria en 9 jornadas) y le ha rogado encarecidamente a Pellegrini que no le quite a ninguno de sus goleadores consolidados, como Szalai; esto ha llevado al paraguayo saltarín a sus 15 minutos de fama.

Si Pellegrini tuviera la más mínima de que el fútbol es ilusión, habría metido a Alipio en la convocatoria: seguramente el Juvenil A podría pasar un partido sin él, el chaval tendría el primer contacto con el primer equipo y aunque no jugara un solo minuto se insuflaría expectación a unos aficionados que ven el partido contra el Sporting como un inesperado e incómodo escollo por las bajas en la delantera. Pero claro, el ingeniero sabrá mucho o poco de fútbol, pero lo que es innegable es que es un triste. Según Macarra, éste será nuestro once:

Barbillas

Gramos Pepe Canguro Jack Marcelino

Diarrá Xabi

Granero Kaká Van der Sir

Baúl

¿Quizá la mejor alineación teniendo en cuenta lo que hay? Me llama la atención el ostracismo de Arbeloa, que pese a tener el alta no ha vuelto a disputar ningún minuto; sin duda podría aportar cosas al equipo. Las bajas no permiten descansar a Kaká, otro día será. En cuanto a Diarrá, estoy seguro de que hará un gran papel. Mucho me temo que el Mito «dándolo todo» no será suficiente para penetrar la portería del Sporting, por mucho que ponga cara de indigente en plena cauterización anal (¿quién cojones ha escogido esa portada?), pero es de esperar que Granero, Kaká y Van der Sir sean capaces de generar bastante peligro y disparos a puerta. Espero que Granero se muestre más enchufado que el otro día, juegue en banda o no; debería entender que las ocasiones pueden acabarse cualquier día. Por lo demás, no tengo ni zorra del Sporting; el instinto simplemente me dice que será un partido leñero y que nos tocarán bastante los huevos, pero que de ninguna manera podemos ceder un solo punto. Hoy a las diez esperamos tener alguna alegría, que buena falta nos hace.

Razones de un fiasco


«Las que se comió y se pone a hacer el foca.»

El día después del partido contra el Milan (sí, Milan, Cerdaño de los cojones) sirvió para hacer la pesada digestión de la derrota. Las principales escuelas de pensamiento (y no-pensamiento) madridista afloraron una vez más: por un lado la rama roncerdista, para la cual la lectura del partido es que el Capitán sigue siendo el mejor y que Pellegrini está verde, pero que con la vuelta de Cristiano y agarrándonos a algo, un clavo ardiendo, la polla de un negro o lo que sea, acabaremos ganando la Champions en casa. Tenemos también la rama «razonable», consciente de la decadencia bauliana pero convencida de que el 7 aún puede aportar cosas al equipo dosificado adecuadamente. Esta rama piensa que los males del juego en realidad se localizan en otras partes, principalmente en el poco tiempo que lleva jugando junto el equipo y la falta de acoplamiento de los jugadores. Y por último la rama apocalíptica o friki, abanderada por este extraordinario blog, que más o menos está convencida de que Baúl es el mayor hijo de puta de la historia del fútbol español (o casi), y el día que se largue se acabarán el 90% de los males del equipo. Alguno considera la línea editorial del blog repetitiva, machacona e incluso dogmática, pero ah, amigos, no es así.

Siendo este un club carcomido como está por un terrible mal, el porcentaje de entradas dedicado al mal en cuestión es sorprendentemente bajo; observen, observen si no los archivos (hay 1390 entradas hasta ahora). Yo soy el primero que está deseando que el cáncer se jubile para romper el bucle, no me echen la culpa de decir que el cielo es azul. Además, salgan por ahí, busquen un foro más plural y con menos censura y vuelvan para contármelo.

Pero hablábamos del juego: ¿qué opinan los propios protagonistas del tinglado? Vamos a verlo realizando un somero reparo por la prensa. En el último artículo de Torres en El País comprobamos que uno de los que más se expresa y lo hace con mayor claridad es Benzemá, que ha declarado lo siguiente sobre nuestro juego:

«Es cierto que nos encontramos varios en el centro y hay que intentar jugar por los costados. Son cosas que vamos a trabajar en los entrenamientos. (…) Nuestro problema es que no hacemos lo que entrenamos. En los entrenamientos ejercitamos los movimientos por fuera, para abrir el campo y ser más profundos en el ataque. Pero en los partidos no conseguimos ocupar las bandas. Contra el Milan nos hemos desordenado y hemos chocado contra una defensa que nos ha aguantado bien porque siempre hemos jugado por el centro. (…) Estamos frustrados, es muy frustrante porque hicimos un gran primer tiempo con muchos movimientos, buenas acciones, un juego bonito. En la segunda parte ellos estuvieron más compactos y crearon problemas». El estilo de Benzemá me recuerda al de Salgado, siempre mojándose, pero a diferencia del oxigenado diciendo cosas con sentido en lugar de gilipolleces y lugares comunes. Es necesario que el francés muestre la misma personalidad en el campo.

Marcelo fue menos elocuente: «¿Que por qué no atacamos más por las bandas? No sé por qué. Eso hay que preguntárselo a Pellegrini. Ahora estamos mejor que cuando empezó la temporada, nos vamos adaptando a lo que nos pide Pellegrini. Pero tenemos que seguir trabajando». Pues sí, menos samba y más trabalhar.

Canguro Jack achacó la derrota a la desconcentración: «El gol de Pirlo nos puso nerviosos. Durantela primera parte controlamos el partido. Pero en la última media hora ellos se crecieron. Pirlo le pegó muy bien y el balón hizo un efecto muy extraño. Este balón de la Champions, en los tiros desde media distancia, es terrible para los porteros». Y si están dormidos, mucho más.

Pellegrini también echaba balones fuera: «Respecto a la derrota en Sevilla y contra el Milan, tengo las preocupaciones lógicas. Esta temporada hemos jugado mal unos pocos minutos, pero se ha hecho demasiado hincapié en esos minutos malos. La mayor parte del tiempo hemos jugado bien. (…) El hecho de que nos igualaran desesperó al equipo y nos desordenamos.» Un análisis demasiado simple. ¿De repente un equipo acabadísimo empieza a llegarnos como quiere por el hecho de empatarnos en casa? ¡Y eso habiéndonos regalado el primer gol! ¿Y qué pasa, con los balones por alto, por qué seguimos siendo un auténtico desastre en esas acciones? ¿No han servido de absolutamente nada los supuestos entrenamientos? El manido «estamos mejorando» no convence a casi nadie.


– Si nos seguimos reuniendo se arreglará todo, ¿no?
– Seguro, seguro.

Carbajosa y Alcaide, Mortadelo y Filemón, siguen enriqueciendo el Matrix particular que se crearon hace años. Parapetados en una cabecera generalista, el Mundo, se permiten ínfulas de rebeldes, pero son prácticamente tan roncerdianos como cualquiera. En su último texto los agentes secretos nos cuentan que Pellegrini y Valdano se han reunido (por enésima vez), llegando a la fascinante conclusión de que no tenemos un patrón de juego. Imagino que la solución será «seguir trabajando». También hubo reunión Pelle-jugadores: «Él y sus hombres hablaron de errores individuales, jugadas puntuales. Una de las conclusiones más interesantes es que el equipo se ha marcado el objetivo de ganar los dos próximos encuentros de Liga (Sporting y Getafe) y vengar el 3 de noviembre en Milan una derrota que seguía siendo incomprensible.» Ah, pues si «tenemos el objetivo» de ganar nos llevamos los partidos de calle fijo.

Lo más hilarante es el último párrafo del artículo: «Mención de honor desde el club para Raúl, el único futbolista elogiado en todos los comentarios privados. Y no sólo desde los despachos. En el vestuario, la plantilla se rindió en el entrenamiento del jueves por el comportamiento del capitán frente al Milan.» Ya. ¿Cuántos votos dicen que se va a llevar en el Balón de Oro?. Nada nada, ya lo dijo el As hace unas semanas: «Alucinan con Baúl».

Por último, Abel Rojas desde Ecos del Balón se aleja de sus habituales análisis para asegurar que mientras Baúl sea jugador titular en el Madrid toda disección táctica es superflua: «Raúl es una personalidad inabarcable de la que me declaro profundo admirador. Una personalidad inabarcable… que abarca demasiado. Quizás, lo abarca todo. Es ese carisma inigualable lo que se vuelve contra el Real Madrid y hace que Granero, Kaká o Benzema parezcan benjamines agazapados con miedo a ser protagonistas. El único pecado de estos es el mismo que en su día cometieron Robinho, Robben o el mismísimo Ronaldo Nazario: No pueden (o no han podido) hacerse hueco ante tan incontestable figura. Eso es lo único que se les puede recriminar, porque futbolísticamente no fueron ellos, como no lo fueron los anteriores cuando jugaron esos partidos superlativos.

Si tienes por estrella a Higuaín, como el año pasado, tus opciones son escasas y puedes jugártela a Raúl. Es tan extraordinario que puede sonar la flauta. Pero el proyecto del Real Madrid es demasiado grande, y Raúl, acabadísimo como está, queda demasiado pequeño a su lado.»

Total, que todos andan tras la clave que desentrañe el misterio. Yo, en mi simpleza, creo que el asunto es mucho más sencillo de lo que parece, y que si me dieran un mes la dirección deportiva dejaría el club saneado para varios años. Por desgracia, las soluciones sensatas no siempre son las que más rápido se adoptan. ¿Cuánto tiempo tardó la gente en gritar que el emperador estaba desnudo? Acabamos hoy con un recuerdo a don Félix Pérez, socio nº 1 del Madrid y persona entrañable, llena de impagables recuerdos sobre el club; y también con un vídeo de Mortimer Goro, un nuevo y alarmante aviso sobre el futuro que nos espera.

«¡¡Eres una mierdaaaaa!!»

Intentaré ser breve. El Madrid actual tiene tantos problemas que ni sé por dónde empezar. ¿O es simplemente el mismo problema de todas las últimas temporadas? Porque ya podemos escribir todo un tratado sobre «deja vus», ¡¡quién dijo que ser madridista era fácil!! Pero lo peor no es hacerlo mal, ni siquiera palmar; lo peor es la sensación de que no hay enmienda posible este año, que el proyecto está tocado. El hombre necesita algo en qué sustentar su fe, pero no lo encontramos.

Hay problemas de aptitud, pero ojo, también de actitud. El ansia de revancha, la conciencia de ocasión histórica, estaba en friki-páginas como esta, no en el campo. Los jugadores no tenían la mirada del tigre, y si me apuran ni la del gatito. Tácticamente yo no entiendo nada: me da la sensación de que los jugadores tuvieran órdenes estrictas de no pasar la línea de tres cuartos, excepto Kaká, Benzemá y Baúl. Pero incluso Kaká juega muy retrasado, en plan distribuidor, donde no hace daño. Según este artículo, eso es todo lo contrario de lo que le ha pedido Pellegrini, pero sin embargo ocurre. ¿Se pasa Kaká las órdenes de Pellegrini por el forro de los huevos?

Es posible. Finalmente vi el partido en la grada baja, junto a Zinexine, zona más pobre que otras en perspectiva pero mucho más rica en el detalle. Allí los jugadores son reales como la vida misma e incluso pueden oir tus gritos personalizados si berreas lo bastante. Además, tienes a los entenadores a tiro de botella de coca-cola. Las evoluciones de Pellegrini en la banda son un espectáculo fascinante: creo que no he visto un tío más triste en la vida. Su dinámica durante el partido básicamente es esta: se pasa sentado un buen rato, y en un momento dado se levanta y se dirige a los límites del área técnica. Una vez allí, mira a los jugadores, pero sin hacerles ninguna indicación: tan sólo observa el horizonte con melancolía, como el marinero que añora el mar. Tras unos segundos se da la vuelta y regresa al banquillo, taciturno. Pasado un tiempo vuelve a levantarse, comenzando de nuevo el proceso. Nunca una indicación, nunca un grito, jamás un enfado, a menos que por casualidades de la vida un jugador se acerque a un par de metros de él. Podría estar mirando el partido o una puesta de sol, no hay diferencia.

El tema Baúl he de abordarlo porque es mi obligación: los que a veces dudan, pueden recurrir a un truco muy sencillo para valorar las acciones del Captain. Sólo se tienen que preguntar: ¿eso lo podría hacer yo? Creo que la respuesta es abrumadoramente sencilla tanto en la «cosa» que hace Dida como en el presuntamente genial lanzamiento del córner. Ahí la única genialidad fue sacar rápido, no como el memo de Albiol, y pasar a un tío que estaba solo, más que nada porque era mucho más fácil que intentar un saque con parábola, del cual el Mito es básicamente incapaz. El resto del partido el Captain se movió por sus parámetros habituales, se quiera verlo o no. Fue una mierda, vaya.

Pero no fue el único que falló, claro que no. Ahí van unos nombres: Ramos, Granero y Benzemá. Los dos últimos parece que no tenían la tele puesta el día que Camacho dijo eso de que los nuevos tenían que tirar la puerta abajo, porque madre mía, vaya actitud. Especialmente decepcionante Benzemá, que no tiene la portería en la cabeza: no encara, no intenta la acción individual, y prefiere buscar al compañero o buscar caminos poco directos a la meta. Ese no es él. Se está baulizando a grandes pasos y necesita mostrar personalidad, sacudirse rápidamente el muermo que hayan podido transmitirse «otros». Provocó un penalti, eso sí, no pitado por obra y gracia del árbitro, que además le dejó tocado todo el partido.

Oh, cielos, y Pajillas. Su falta de concentración es brutal, denunciable. No, no se puede vivir sólo de los reflejos, no se puede hacer lobby por el Balón de Oro cuando algunas facetas de tu juego resultan sonrojantes, y además careces de todo espíritu de superación. El disparo de Pirlo tardó como 45 mins. en llegar a la portería, el fallo es simplemente inexcusable. El segundo gol es para ponerlo en programas de esos de vídeos de cachondeo. ¿Dónde está el entrenador que exija la máxima atención durante 90 minutos?


«¡¡Te digo que estás más acabado que yo!!»

Cerca de nosotros había un tipo que parecía pensar algo parecido sobre Pellegrini: todo un «personaje» de la grada, un tipo muy escandaloso, con la voz tremendamente cascada, que se pasó todo el partido siendo el azote del míster. Cada pocos minutos le obsequiaba con consignas del tipo: «¡¡Así no se juega a nadaaa!!» «¡¡Pellegrini, no tienes ni puta idea!!», o un más directo «¡¡Eres una mierdaaaa!!». Yo no sé si el chileno es un mierda o no, de hecho seguro que tiene excelentes bases técnicas, pero me cuesta y mucho creer que un tipo tan tristón pueda ser entrenador para el Madrid. El triunfo y la gloria están reñidos con sus actitudes de resignación y contemporización, y gritos como el de su «fan» de la grada deberían servir para removerle la conciencia. Eso sí, pensar en una destitución esta temporada es una verdadera chaladura.

Como dije antes, desde donde estábamos se captan muchos detalles: por ejemplo, que Xabi Alonso siente que sus compañeros no dan el nivel, o que Kaká está bastante fundido físicamente. Hay tanto que arreglar… primordialmente, la velocidad del juego, con escasísimos demarques y apoyos. El desmarque es una fase fundamental del fútbol, eso de quedarte quietecito esperando el pase te convierte en un muñequito de subbuteo. Pero nadie es corregido ni recibe un grito desde el banquillo, aunque un Milan absolutamente geriátrico nos sodomice en nuestra casa, con casi 2000 tiffosi volviéndose locos. Muy pocos se salvaron, como Marcelo, que hizo un gran partido y vuelve a ganarse una oportunidad, demostrando carácter pese a su juventud. Pero que algunos cumplan no significa que haya un equipo; todos parecen hacer la guerra por su cuenta.

Vimos a Alfonso Pérez en la tribuna. Le dije: «¡Sal tú, que estás mucho mejor que Raúl!», pero no estoy muy seguro de que entendiera la broma. Nos cruzamos también con Melchor Miralles, al que parece gustarle más este presi que su ex-jefe. Por cierto, la instalación de los palcos vip ha dejado un espacio se separación entre cada fila de unos 5 cms., creando enormes estrecheces. Lo digo ya: el día que haya que desalojar el recinto realmente rápido puede haber un verdadero drama. Quizá algún díase entienda la necesidad de un nuevo estadio.

Al final todos los jugadores quedaron semidesnudos, como las vergüenzas del Madrid. Benzemá tiene grandes bíceps, Drenthe es una verdadera bestia y Seedorf aún parece una roca. Por cierto que se acercó a la grada a recibir el cariño de la afición y estrechar manos, recibiendo el aplauso unánime de la zona. Qué crack tuvimos. Lo peor del partido de ayer es la poderosa sensación de que vamos a comer mierda todo el resto del año. Las señales que antes nos llegaban en Marzo, llegan ahora en Octubre, como un aviso para no emocionarnos por una quimera. Pero el que rebajemos nuestras expectativas no quiere decir, desgraciadamente, que consigamos desengancharnos de esto del fúmbol. Me pregunto cuándo será la próxima vez que veamos un partido con las seguridad de que nos conducen manos firmes y seguras. Me temo que puede pasar mucho tiempo.

– Real Madrid: 2 (Javi Navarro y Drenthe)
– Milan: 3 (Pirlo y Pato (2))

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Sangre y venganza

El buen madridista se caracteriza por su perspectiva histórica, convirtiéndose así en todo lo contrario del pipero. Por ejemplo, los vejetes de la Peña los Dos, pese a haber sido los únicos que han visto ganar las Nueve Copas en directo, tienen como prioridad que sus nietecitos se lo pasen bien en el Bernabéu, aunque sea ganando al Murcia, y a ser posible con goles de su ídolo, Baúl. El madridista fetén, por contra, aprecia la Liga porque le permite llenar su ocio del fin de semana y debatir en los días laborables con sus congéneres, pero lo que realmente le motiva, le pone, es la Copa Uropa.

Tomemos el famoso 6-2 de la temporada pasada, por ejemplo. A mí el 6-2 me la pela, me limpio el culo con él, y de hecho lo tengo prácticamente olvidado; un partiducho de Liga contra el equipo del caballero sureño Laporca. Ahora bien, el 5-0 del 89… ese 5-0 es otra historia. Una afrenta que arrastramos desde entonces y que todo madridista que se respete a sí mismo ha jurado limpiar una y mil veces. Para resumir las sensaciones ante este partido, voy a permitirme copiar dos comentarios que nos dejó Mondraco no hace mucho:

19 DE ABRIL DE 1989

Había sido un miércoles un tanto plomizo; llevaba poco en el nuevo trabajo y el jefe me estaba apretando las clavijas todo lo que podía. En el fondo era su trabajo y su obligación. Estábamos despidiendo a mucha gente y no podías dejarles sin una explicación si ya no convincente, al menos piadosa. Son lentejas, era la traducción práctica que todos comprendían.

Había quedado con la churri «maldita sea la hora», pensé, no me iba a dar tiempo, ya había quedado con los colegas en el Pub e iba bien justito de tiempo. Para ella también fueron lentejas: «Me largo, el Madrid juega con el Milán, si quieres ya te abrazo mañana un rato». La verdad es que he tenido frases mucho más inteligentes que aquella. La M-30 se me hizo un mundo, no sólo es que hubiera mucho inútil conduciendo, «esto ya parece Barcelona» pensaba iracundo, sino que también había un atasco del carajo. Conseguí abrirme paso y en mi reloj ya pasaban unos minutos de las 8:45 de la tarde cuando terminaba de mal aparcar el vehículo.

Cuando entré en el local noté el ambiente bastante frío. En el partido de ida esos hijos de Berlusconi nos habían empatado a 1, pero lo peor fue la sensación de equipo que habían dejado en el campo. No era cosa de amilanarse (tal cual), y si había que ganar en el pérfido campo spaghetti, que así fuese. «Hola, hijos de puta», dije a todos a al sentarme en la mesa. «Hola cabronazo», me contestaron al unísono, ya se sabe que entre colegas lo bonito siempre es el cariño fraternal.

Nada más sentarme y fijarme en la pantalla Ancellotti lanzaba una mierda de disparo que cogió a Buyo adelantado (como odiaba en ese tiempo a Buyo, siempre haciendo el gilipollas, siempre cagándola) y marcando el primer dardo en mi ánimo. No fue el único, hasta cinco fueron cayendo en nuestra portería convirtiendo la tarde en un funeral.

Evidentemente tampoco fue la mejor tarde de mi vida, pero siempre albergué un ansia infinita de poder vengar esa afrenta.

12 DE OCTUBRE DE 2009

Llevo ya varios días preparando el viaje a Milán del próximo día 3 de Noviembre. Después de 20 años creía que era un buen momento para visitar el campo donde mi equipo había sufrido una afrenta difícil de olvidar. Este año hemos fichado un verdadero crack mundial, junto con otros jugadores extraordinarios y si hay un momento para la venganza creo que este año parece el adecuado.
Hay dudas, sobre todo por parte de un entrenador y de un entorno que nunca había sido tan nocivo para el equipo, pero al fin y al cabo este es un inconveniente que queda matizado con el poco juego que ahora mismo despliegan los italianos. Llevo unos días solazándome con la imagen de Cristiano, Benzemá, kaká y Xabi evolucionando sobre el césped de San Siro, casi los veo enfrentándose a los míticos Baresi, Gullit y Van Basten de antaño.

Hoy he entrado en el Blog del Socio y veo con pesar que peligra la alineación de Cristiano en San Siro al lesionarse con Portugal. Hay personas que no entienden de momentos históricos, ni de vendettas, ni de momentos personales extraordinarios. Creo que hay gente que no entiende de nada. También creo que es el momento, incluso la hora de decirlo:

Queiroz, que te den mucho por culo.

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Sí, eso es lo que sentimos dos décadas después: que ha llegado el momento de partirles los putos morros a los chicos del trampas Berlusconi y el grasoso Galliani. «El club más exitoso», tiene como lema el Milancito en su güeb, contabilizando las Supercopas de Europa y las UEFAS al mismo nivel que las Copas de Europa. Sin duda una buena cura de humildad, acompañada de goleada, les ayudará a recordar quién es el jodido Rey de Europa. Incluso igual uno de estos días reforman la página.

El Madrid parte con hándicaps, siendo no el menor de ellos el mierdoso ambiente que ha creado la canallesca en los días previos. Ayer Patraña Joe encargaba un articulito de urgencia para denigrar a Benzemá en portada: sin duda un trabajo para Perro Pablo (si no es él es la Colino), que cumplió  el recado con creces, vomitando toda la mierda de la que fue capaz en el espacio asignado. «Misión cumplida», dijo al acabar. «Buen perro», respondió Cerdaño mientras le colocaba la tilde a «Milán», una personal obsesión suya, pese a que el club se haya llamado «Milan» desde hace ciento diez años. Que escriba Atlético de Bilbao, no te jode.


Venganza, por fin.

Hay otro presunto madridista que se ha unió al linchamiento de Benze, el tal Alejandro Alcázar. Alcázar fue nombrado director de Defensa Central después de que Torrico abandonara el barco, quizá viendo que iba a la deriva (no mucho antes se había ido Queipo), pero parece que le gusta hacer horas extra en las páginas de una publicación tan madridista como Spork: Ayer nos deleitaba con una deposición titulada «Sobra Benzemá en el Madrid«, cuyo basuriento contenido no reproduciré, pero que es heredera espiritual de la de Perro Pablo. Asegura Alcázar en uno de sus últimos textos: «Personalmente me alieno con los madridistas optimistas». Y tanto que se aliena. Al menos el sosísimo Pellegrini nos aseguró ayer que el francés tiene toda su confianza: El ingeniero aburre, pero al menos no desestabiliza.

En fin, que como por culpa de los mierdosos sistemas de la UEFA puede que no nos enfrentemos con estos desgraciados hasta dentro de otros diez años hay que destrozarlos, machacarlos y humillarlos. Así, con mucho espíritu deportivo, incluso aunque esté el puto tábano en el campo (el torbellino, je). Ahora, si fortuitamente un contrario le arranca una pierna en el minuto cinco pues casi mejor (luego podría jugar con una prótesis y su rendimiento no se resentiría). Los once elegidos para la gloria, filtrados de nuevo al Macarra sabe Dios a cambio de qué, parece que son los siguientes: Barbillas, Gramos, Pepe, Albiol, Marcelo, Graneiro, Diarrá, Alonso, Kaká, Baúl y Benzemá. Sorprendente irrupción de Diarrá I en el once, presumiblemente para dar descanso a Lass. Aquí nos encanta el malí, ¿pero no coincidirán nunca los dos negros? Puti, con la regla, se queda felizmente fuera; Granero contará con una ocasión excelente para demostrar lo que lleva dentro, y Kaká ya ha dicho que no celebrará los goles. Pues que no cobre esta semana tampoco, oye.

Todo el mundo sabe (o debería) lo que está en juego. Que salgan como si fuera el último partido de su vida (que igual lo es, en una batalla de estas nunca se sabe), y sobre todo que no se confíen: por muy acabados que estén, en estos partidos la camiseta juega, y mucho; nada de tener penita con ancianos venerables como Inzaghi, Nesta y demás. Al Ronalpiños que no tengan miedo de partirle la cara en un balón dividido, igual se la arreglan. El Socio estará allí en vivo y en directo, después de pagar la gran morterada, para cagarse en el putísimo Baúl pero sobre todo esperando ver algo histórico, una venganza, el restablecimiento del equilibrio universal. Todo lo que no sea una goleada será mierda. Así de exigente soy; será porque no tengo nietos.