«Juro fidelidad eterna a mi contrato.»
– Algunos clubes de fútbol tienen una especial habilidad para ponerse la zancadilla a sí mismos, ocurriendo que ciclos exitosos llegan abruptamente a su fin no por la presión de los rivales, sino por errores errores propios de estrategia. Cuando esto se repite numerosas veces, podemos hablar de una cultura de la cagada. Real Madrid y Barcelona, clubes pu(n)teros en España, además de los títulos y esas cosas también tienen en común este modo de proceder, que no parece cambiar con el paso de los años.
Cuento esto a raíz de la renovación de Leo Messi, que ha firmado por siete temporadas y una cantiddad mareante de millones. La gente más avezada del fútbol siempre ha dicho que los jugadores necesitan dos cosas para triunfar: calidad y «hambre». Es fácil tener hambre cuando no has ganado nada y tu contrato es más bien discreto: quieres demostrar que eres la repera y de paso firmar un contrato que te resuleva la vida. Lo difícil es cuando ya has ganado todo lo ganable; muchos se quedan sólo con el hambre literal -la gula-, como Ronaldinho, y se dejan llevar por la dolce vita. Hay otros que siempre corren que se las pelan, como Eto’o, que se siente una especie de Kunta Kinte futbolístico y reivindica algo en cada carrera, pero son los menos. Obviamos a los que corren por demagogia, como alguno que conocemos.
La mejor manera de matar la ambición es firmar por un porrón de temporadas. A la Quinta se lo hicieron y se pasaron los últimos años de funcionarios. A Casillas salta a la vista el bien que le ha hecho firmar hasta el 2017 por más dinero del que puede o sabría gastar; es la pura imagen del hastío y del vuelvedetodismo. Uno que sale hoy en la portada del Macarra tampoco parece que rebose ambición. El Barça no ha hecho caso de su propio gurú, Cruyff, que decía que los contratos habían de ser a tres años, y ha renovado a su estrella hasta el 2016. Leo ha ganado dos Champions, va a llevarse el Balón de Oro y el FIFA Güorl Player y ahora, gracias a un presidente saliente tiene claro que ganará más pasta que nadie en el mundo aunque se dedique a rascarse los huevos los próximos siete años. ¿Qué retos le quedan, pues? ¿Ser guapo y alto, tener carisma? Eso es imposible, así que… ¡ah, sí, ganar el Mundial! Pero para eso no necesita hacer nada con el Barcelona, ¿no?
Lo que más gracioso me parece es que eso de tener al jugador mejor pagado del mundo me parece exactamente lo que hacen los equipos imperialistas, que tiran de chequera y tal y tal. ¿Y el amor a los colores? «Ché, os quiero más que nadie, pero dadme el mayor sueldo del mundo». ¿Y si no, se va? De hecho, parece que la confianza no era absoluta, pues le han subido la cláusula a 250 millones. Bien, una forma de evitar tentaciones árabes y madrileñas, pero también de asegurarte que vas a pagar una costosísima ficha durante siete años sí o sí. Si Messi cobra unos 20 millones brutos anuales, la cosa saldrá por 140 kilos aproximadamente. ¿Cuántos niños comen con eso, es inmoral firmar un contrato semejante en tiempos de crisis?
En definitiva, si quieren sacar pecho por ser un equipo de cantera, contenido en el gasto, casi familiar… que sean como el Bilbao. Que usen exclusivamente jugadores criados en casa y que sus jugadores cobren menos que en otros clubes, por amor a los colores. Todo lo demás, pues oye, me parece prepotente, derrochón y ostentoso, pese a la propaganda: puedes echar perfume a una caca, pero seguirá siéndolo. Por cierto, partido divertido hoy entre indios y culeros. ¡Lo bueno de choques como éste es que queden como queden te pegas una jartá de reir!
– La tal Giovio vuelve a tocar los cojones con el tema de la supuesta grandisísima deuda del Real Madrid, en total 457 millones de euros. La cifra queda bien en el titular, para qué desglosarla, especificar qué parte es a corto y a largo plazo, y cuánto debemos a los bancos (cero euros). En definitiva, explicar si esa «deuda» implica una mala gestión, si va a beneficiar o perjudicar al club o si supone algún tipo de riesgo para la estabilidad financiera del mismo, aunque sea haciendo un análisis subjetivo. Pero bah, para eso habría que documentarse y currar, y tocar los cojones es más fácil y rentable. ¡¡Además, el Madrid puede tener la deuda que le salga del rabo!! Eleonora, ¿no te llama la sección de moda de El País?
– Míchel: «Jamás vi a un nueve como Hugo». Vaya, pues si es verdad lo que decía el Butano, hubo una época en la que no le pasabas la pelota porque estabas enfadado con él. ¿Nos ablandamos con la edad?