La foto no es ningún montaje publicitario, el típico anuncio de Emidio Tucci que demuestra que los zoquetes de los futbolistas pueden pasar por personas semielegantes si se les embute en un traje. No, amigos, nuestros ojos no nos engañán: ZP le mete un gol a Casillas a pase de Puyol, en la Ciudad Deportiva de Las Rozas. No sé si soy el único, pero el valor simbólico de la foto me parece brutal. Casillas, en su doble condición de portero de España y del Madrid, recibe un gol de ZP, el peor político de la era moderna, que está hundiendo a toda una nación en la mierda hasta profundidades nunca soñadas. Al infame, notoriamente culé, sólo le falta exclamar mientras chuta «¡¡Jódete, hijo de puta!!» El madridista, obligado por el protocolo, ni siquiera puede hacer amago de parar el balón, maniatado como los que intentan evitar que se vaya todo al guano y se chocan con leyes desfasadas, medidas ineficaces e impuestos a go-go.
El barcelonista Puyol observa con mirada complacida, y da el pase de gol. Imposible que sea casual su elección: un jugador que ha apoyado repetidamente la campañita «una nació, una selecció», y al que nada le haría más feliz que no tener que jugar más con la «puta Espanya». Montilla, Carod y cia ayudan jubilosos al hundimiento del barco común, a cambio de un estatutito que los independiza de facto; en perfecto paralelismo, Puyol pone su granito de arena para humillar a España y a su más célebre representante deportivo, el odiado Real Madrid. Como testigos mudos, todos los jugadores que han llevado la camiseta de la selección y que viven para contarlo. Ellos representaron a España, y ahora, en este esperpéntico espectáculo, representan a los españoles. Igual que Casillas, sólo pueden mirar, ser convidados de piedra, si acaso aplaudir el cambio de régimen, este régimen consistente en mucha mierda pero bien repartida entre todos. Nos vamos a hartar. Villar, infiltrado entre ellos, contempla la escena sonriente, formando el lado vasco de la pinza.
El que haya ideado el acto de marras podría sin duda hacer sentirse orgulloso al mismísimo Joseph Goebbels (a quien por cierto pueden ver en la maniqueísta pero espléndida Inglorious Basterds). La excusa para todo el pifostio fue una campañita llamada «Un Gol por la educación», reivindicando el derecho a la educación de los niños del mundo y blablablabla. En lo que queda de nuestro país habría valido más llamarla «un gol a la educación», que es lo que lleva haciendo treinta años el sociatismo, meter goles de todos los colores al sistema educativo, creando quizá la única generación de universitarios europea que escribe (es un decir) con faltas de ortografía. Eso sí, en tatuajes, piercings, botellón y progresismo, sobresaliente cum laude todos. No se perdieron ni una del «No a la perra».
Aprovecho para mostraros un documento que realmente me ha fascinado, como Ferrero Rocher. Se trata de un ultrapráctico y clarísimo gráfico publicado por el diario Qué! hace unos días, que desglosa por encima todas las partidas de los presupuestos generales del estado. El reparto no puede ser más llamativo: observen que ni más ni menos que el ¡43%! del dinero que gastamos cada año va destinado a «políticas sociales», o traducido al cristiano, a la sopa boba: pensiones y subsidios. Otro seis por ciento va a pagar la deuda pública, con lo que ya tenemos el 49% para partidas que no producen absolutamente nada. Digo yo, si la gente tuviera la opción de hacerse un plan de pensiones privado en lugar de tener que cotizar un pastón por cojones cada mes, ¿no estarían igual de cubiertos los mayores, pero con una confiscación mucho menor de dinero durante su vida activa? Quizá se recaudaría menos, pero también se liberaría un enorme porcentaje del gasto.
El 21% del presupuesto es transferido a nuestras queridas autonomías, con lo que al Estado le queda el 32% para hacer cosas, desde el total inicial de 350.000 millones de euros. Ese porcentaje muy repartidito, tanto que apenas hay dinero para cada partida. En Infraestructuras se invierte un 4%, en I+D un 2,3%, cifras de país puntero. Justicia se lleva ¡¡un 0,5%!!, y los juicios tardando lustros en celebrarse, oiga. Defensa, un 2,1%, no sea que un día vayamos a tener unas tropas bien equipadas y remuneradas. Sanidad y Educación apenas tienen presupuesto, pues también han sido transferidas a las autonomías: la primera para curar regular y hacer demagogia, y la segunda para crear muchos Puyolitos independentistas que aseguren la discordia entre compatriotas durante varias generaciones.
Efectivamente, la goleada está siendo de escándalo, señores. ZP ya es bota de oro de la calamidad, y lo peor es que apunta a los huevos. Pero bueno, tras leer esta entrada muchos la considerarán el delirio de un exaltado, demagogia barata que traza paralelismos absurdos en lo que no es más que un simpático acto enmarcado los actos del centenario (?) de la Federación. Sí, seguramente sea eso, tan sólo un exabrupto salido de una imaginación perversa.
¿O no?